Ante el panorama político, económico y social del país, vale la pena hacer
un pequeño recuento sobre los hechos que considero más relevantes por lo menos
desde el comienzo de este sexenio presidencial, terminando en el contexto
electoral poblano cuyas características pueden ser fácilmente generalizadas a todas escalas nacionales. Y es
que es sólo en los periodos electorales donde
aparece nuestra esporádica y raquítica democracia que no hace más que perpetuar
la problemática.
La reforma laboral
En el sexenio pasado Calderón presentó una propuesta de reforma para
flexibilizar el trabajo y atraer la sagrada inversión, pese a que en la teoría la
Organización Internacional del Trabajo y en la práctica gobiernos como el de
Correa en Ecuador, demuestran que es falsa la premisa económica clásica de mayor
flexibilidad laboral igual a mayor inversión, ya que es mejor un trabajador con
buenas condiciones laborales y buenos salarios porque es un trabajador más
productivo y con capacidad de gasto; no obstante, Peña hace legales en México los sueldos
por hora, reduce el periodo para el pago
de sueldos caídos, se impersonaliza el despido, se legalizan los contratos de
prueba y se sigue aceptando el sindicalismo despótico. La tormenta perfecta para
el trabajador.
Por otro lado, cabe resaltar que la propuesta inicial de Calderón incluía elementos
para minimizar el protagonismo de los grandes sindicatos. En este punto la
reforma era en un acierto ya que desde la dictadura priista, el sindicalismo
corrupto y corporativista se ha enquistado en el sistema político. Así pues, se
proponían medidas para lograr la tan necesaria transparencia en los sindicatos, en sus procesos
internos y en sus finanzas, para hacerlos más democráticos y para liberar al
trabajador de su propio representante.
Pero los mecanismos del corporativismo mexicano se echaron a andar y con el gobierno actual se obtuvo una reforma a modo tanto para los grandes capitalistas como para los sindicalistas de élite. Muy disntante a los acuerdos obrero-patronales de países de política avanzada.
Posteriormente se trató de dar legitimidad al gobierno federal a través de
la traición y aprehensión de la lideresa sindical magisterial, quien fue pilar
fundamental de apoyo en la campaña presidencial, y que en twitter no vacilaba en
adular a Peña más que a al candidato de su propio partido (ella tiene un propio
partido político).
No hubo mas investigaciones a los demás líderes sindicales y al no avanzar el gobierno federal en la depuración del corporativismo sindical, la aprehensión de Elva Esther quedó como una mera estrategia de legitimación peñista que, según los estudios, le ha funcionado al ejecutivo.
Reforma educativa
Dicha reforma abarca aspectos necesarios como el tratar de poner un alto al
tráfico de plazas (que no ha sido del todo eliminado) pero también incluye reducciones a logros laborales, como el
derecho a una pensión en la vejez.
Elba Esther no se opuso al inicio de las reformas educativas. El sindicato, mero brazo político del poder en turno, le da la espalda a sus agremiados y se alinea la reforma. Los cambios se son fuertes y el proyecto es grande.
Quienes tenemos contacto constante y directo con el gremio magisterial, vemos la cantidad de cambios que llegan. Muchos pintan para bien, para dar un servicio educativo público de mayor calidad; la cuestión es que para llegar a ello se atropellan diversas conquistas laborales básicas como un contrato definitivo.
Todo esto lo veían venir los maestros, no coincidencia que en la encuesta interna del
SNTE antes de las elecciones presidenciales, se mostraba que la mayoría de
agremiados no votaría por el actual presidente. ¿Qué opinarían ahora si se les
volviera a preguntar?
Y así como se está “eficientando” legalmente esta gran parte del sector
público a través de la reforma educativa, también debería eficientarse
legalmente la labor de los servidores públicos de todos niveles empezando por
el mismo presidente, y por ejemplo, aplicarle exámenes de conocimiento
condicionando su permanencia, la reducción de la que será su ostentosa pensión después de solo 6 años de servicio y la posibilidad de
cancelarla o la instauración constitucional de la revocación de mandato.
Disminución del poder
adquisitivo
A todo lo anterior le sumamos que la gasolina sigue subiendo debido al
retiro paulatino de su subsidio, haciendo que el precio del transporte
“público” (mal privatizado) también suba. Esto a su vez, incide directamente en el
aumento de los precios de los alimentos, fenómeno que por otro lado encuentra sus
orígenes en la insustentabilidad alimentaria mexicana resultado de la irresponsable
apertura comercial de los 90’s y que ha vuelto a México dependiente de los
productores y de los precios internacionales.
Sin embargo la sustentabilidad alimentaria de México no sólo está sujeta a los condicionantes internacionales. Al interior del país grandes monopolios (fenómeno típico de la industria mexicana) controlan la producción y distribución de alimentos básicos.
Este encadenamiento de eventos desafortunados entre muchas otras cosas,
trae como resultado que los raquíticos salarios mexicanos alcancen cada vez
para menos y que se precarice el nivel de vida de la población. Ni macro ni
micro se ven medidas efectivas y estructurales contra la carestía por lo menos
de alimentos.
Cabe recordar aquí que de acuerdo al Centro de Análisis Multidisciplinario (CAM)
de la UNAM, la pobreza en México ha aumentado constantemente durante los
últimos cuarenta años, teniendo los mayores repuntes durante el periodo de
reformas económicas liberales, llegando a un máximo actual de 54 millones de
personas en pobreza (más que la población total de España y más que la
población total de cualquier país sudamericano, exceptuando lógicamente Brasil).
Pero por si eso no fuera poco, el
presidente de la república, además de estrenar un avión envidia de los más
ricos nobles y empresarios del mundo, aumenta en un 840 por ciento el gasto del
gobierno federal en contratos para servicios generales. Por si la desfachatez
no había sido suficiente.
Conflictos políticos sin
aclararse
Al inicio del sexenio presidencial se da el llamado Pacto por México, pacto
político de los principales partidos que durante su última etapa, parafraseando
a Lorenzo Meyer, pretende “prohibir que se haga lo que ya está prohibido que se
haga”.
Es en este contexto que se dan las denuncias del presidente del PAN,
Gustavo Madero en contra de funcionarios del PRI, argumentando que su partido
tiene “evidencia y pruebas irrefutables” de que el PRI utiliza recursos de
programas sociales para ponerlos al servicio de sus candidatos. Cuestión que ya había sido develada
antes, durante y después de las elecciones en diversas investigaciones como las
de los partidos de oposición (incluyendo el mismo PAN), las de Jenaro Villamil,
las de MVS noticias o las del diario británico The Guardian. Todas siguen sin
tener repercusión ejemplar alguna.
Por si fuera poco, el ex director
jurídico de PEMEX, y posterior secretario particular de Calderón, César Nava,
fue demandado por la paraestatal petrolera mexicana (de cúpulas priistas) en
Estados Unidos por estar presuntamente vinculado a ilegales negocios
millonarios con multinacionales proveedoras de PEMEX. Ahora a Madero le toca
estar en el papel de defensor y argumenta que esa denuncia “carece de consistencia”.
Y hablando de PEMEX y dentro de
este panorama de denuncias dentro del pacto, cabe mencionar el caso del otro gran líder sindical (no por sus luchas
obreras) y protagonista político, Romero Deschamps. De él se habló mucho el año
pasado por el caso de su hija y sus perros VIP en Louis Vuitton (véase http://cosasdelsistema.blogspot.mx/2012/05/romero-deschamps-el-pri-y-demas.html),
y hace unos meses volvió a ser tema de conversación, esta vez por la revelación
de los departamentos millonarios de su hijo en Miami, quien ya antes había sido
exhibido recibiendo un Ferrari de 25 millones de pesos como regalo.
Bueno, pues
recientemente, los legisladores del PRI frenaron una petición hecha a la PGR surgida
desde el PAN para investigar a este “líder obrero” que por lo visto, gracias al
gobierno de Peña, seguirá sin ser investigado y seguiremos confiando en que
todo lo ha comprado con sus sueldos de funcionario público y de sindicalista
(éste último es de 24 600 pesos mensuales).
Por último nos enteramos hace
unas semanas que el Servicio de Administración Tributaria (SAT) de éste
gobierno, condonó el 90% de la deuda fiscal de Televisa, el monopolio televisivo sospechoso
de haber orquestado una campaña intensa y de larga duración para desprestigiar
candidatos y favorecer al actual presidente. De nuevo no parece haber preocupación
alguna por verse un poco sinvergüenzas.
Finalmente el contexto electoral local
Para ponerle la cereza al pastel, el próximo 7 de julio habrá elecciones de
un gobernador, alcaldes y legisladores locales en 13 estados del país y por
lo menos en la ciudad de Puebla, el circo politiquero está de oferta.
Como siempre en este show salen
de todos sus escondrijos los llamados “militantes”, que se subdividen entre quienes tienen una participación
oficial dentro del sistema político y ya viven del erario público, y quienes (con
sus honrosas excepciones) sin otro fin, esperan algún día también poder hacerlo perpetuando
la arraigada concepción mexicana de política-modo de vida.
Estos últimos, por lo general muy jóvenes, se exhiben ahora por toda la
ciudad, en muchos cruceros viales y colonias populares promocionando a uno u
otro candidato como meros productos y con la esperanza de que llegue el vínculo,
el puesto o la escalada prometida.
Los dos candidatos punteros los son por haber comenzado su campaña política
años atrás. Uno con la visibilidad que le dio ser rector de la universidad
estatal durante una década y otro con la visibilidad que de por sí trae consigo
un estatus social alto dentro de una sociedad históricamente clasista, sumada a la
proyección que le ha dado desde el primer día el gobernador del estado, su principal
promotor.
Ambos personajes cuentan con el requisito de cualquier aspirante a
representante público en México, el de tener cuantiosos recursos económicos, el
capital para echar a andar su empresa personal y poder costear las onerosas
campañas que son muy poco políticas y más bien comerciales, basadas en ingeniosas
estrategias publicitarias.
Uno de los dos candidatos, el del partido tradicional, cumple con éste
requisito relativamente desde hace poco,
ya que cambió radical y sospechosamente su forma de vida después de haber
manejado por años a la universidad y sus cuantiosos recursos públicos llegando
hasta grabarle un disco a su hija y lanzarla “al estrellato” durante el
concierto de inauguración del estadio universitario; el otro, como buen
descendiente de inmigrantes libaneses contaba ya con suficiente capital para
echar a andar su carrera, ocupaba de por sí un puesto alto en la escala
socioeconómica lo que le permitió tener las suficientes relaciones para poder ocupar varios puestos públicos, llegando a estas alturas
sin mayor trascendencia.
Pero ante el panorama tan complicado del país en estos primeros meses del
nuevo gobierno federal, quienes aspiran a ser nuestros “representantes
populares” en estas campañas “políticas” no han mostrado reacción alguna, no
hay posturas, no hay propuesta trascendente, no hay cuestionamientos; solo
queda la búsqueda del poder por el poder, sólo queda el patético circo
politiquero de banderas, música, volantes, falsas manifestaciones y jóvenes en los cruceros a pleno rayo de sol
parados con el estandarte de su candidato.
Desencanto
Así pues, se entendería una sensación de desencanto generalizado. Más aún se
podría comprender desde quienes durante las pasadas elecciones federales, por
un lado no estuvieron conformes con los dos sexenios panistas y por otro,
desconfiaron de lo desconocido, de lo que se les presentó como una alternativa (lo
que se hizo ver como radical) y mejor aplicaron el “más vale malo por conocido…”
Pero finalmente y desde la conciencia de que se trata solo de un inicio y
un periodo corto de tiempo, parece que para muchos, “la luna de miel se termina” o se terminará pronto porque si se
mira a futuro, las reformas
estructurales no son halagüeñas por lo menos no para la mayoría, y si esperanzados volteamos a ver a los próximos representantes populares en el actual contexto "electorero" la cosa se pone aún mas triste.
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